Enfermedad Nocturna

Algunos de los que me conocen saben que siempre me ha gustado todo lo relacionado con los asesinos seriales, no porque festeje lo que hacen sino porque me encanta su manera de pensar, espero que la creación de mi propio asesino serial no deje un mal sabor de boca, se aceptan toda clase de comentarios y propuestas y por supuesto se agradecen

martes, 27 de julio de 2010

Capítulo 2. Incomprendida

-Alex… no sé, dame cualquier cosa, lo que sea, no importa, sólo necesito dormir, dormir…- hasta ese momento el doctor Hayes se había negado a darme cualquier somnífero –No es como amigos, es de paciente a doctor, no te dejes llevar por la amistad que hay, necesito esos medicamentos…- le tomé la mano y se la apreté.

-Tara, tienes mucha carga de trabajo y demasiado sueño rezagado si te medico corres el riesgo de quedarte dormida incluso manejando, ¿sabes el riesgo que eso conlleva? No sólo es tu vida, es la de otra gente- me devolvió el apretón de mano y me vio con ternura, como si fuera cualquier hermano mayor, dejando mi mano lentamente y levantándose hasta llegar enfrente de mí para abrazarme mientras yo me ponía de pie –Vamos peque debe haber otra forma además…- sus brazos me rodearon y ese vaivén que tenía me iba tranquilizando -…sólo debes de mantener la calma y de tanto cansancio…- sentí sus labios sobre mi frente –Y te quedaste dormida…-


-¿Qué hora es?-

-Casi las tres de la tarde, has dormido casi seis horas pequeña, y aún así creo que todavía pareces zombie- sonrió y yo sólo pude torcer un poco los labios en un intento de sonrisa.

-Demasiado tiempo y hay demasiado trabajo en la oficina, no debería de darme el lujo de descansar- me levanté mientras buscaba mi bolso para cepillarme el cabello.

-Habló Becky, le dije la situación y aunque sus palabras sonaron bastante alteradas- se rió como si nada le importara –Aceptó y dijo que te dejara descansar- se acercó a mí de nuevo mientras me maquillaba –No creo que se hubiera enojado porque estuvieras descansando sino porque tú y yo estábamos solos- me guiñó el ojo y sonreí negando con la cabeza.

-¿Cuándo le harás caso Alexander? Sabes que siempre te ha querido y a ti no te es indiferente, ambos son muy amigos míos y los conozco-

-No empecemos, ella y yo sólo amigos, es mejor Ta y lo sabes, no me gusta compartir y ella no sé… tú la conoces-

En eso él tenía razón, Becky era demasiado coqueta y él demasiado cariñoso, ella era atosigable demasiado fácil y él era muy atento, según palabras de la propia Rebeca, era demasiado “chapado a la antigua”.

-Te invito a comer- le empuje un poco mientras salíamos de su consultorio.

-Tú invitas yo pago, no importa que sea una regla de etiqueta que ya esté pasando de moda, sabes que la caballerosidad va de la mano conmigo-

-Nunca me quejé- me reí al parecer ese pequeño sueño tranquilo había servido demasiado, ¡que reconfortante!



-Rebeca, Rebeca, Rebeca, ¡RE-BE-CA!- ¿dónde demonios se metía?

-Ya, además ya sé que todo el día estuviste con él-

-No es eso, bueno además de eso, quería ver si me prestas tu auto mañana para ir a ver a un…- no terminé –Prometo que después de mañana trabajaré horas extras por las que me he tomado libres en estos dos días-

-¿Para ir a ver a un…?-

-Amigo- sonreí y la pluma se cayó de mis dedos.

-No te lo presto sino me dices a quien vas a ir a ver- levantó la pluma y me la extendió mientras le mostraba mi lengua y la tomaba de sus dedos.

-Un psicólogo, Alex me lo recomendó, dijo que los somníferos no pero que quizá con el Doctor Thompson quizá podría sacar todo lo que tengo y sabría porque no puedo conciliar el sueño- me aventó las llaves, literalmente y me sobé la mano por que me había lastimado.

-Si es para eso ve y tómate el día completo, de nuevo traeré a tus colaboradores como deberían de estar todos los días… trabajando- puso una mano en su cintura como cualquier mujer con poder.



“Doctor Lucas Thompson” vaya que el nombre esperaba no afectara la psique de aquél médico, del cual me habían dicho era una eminencia, toqué un poco tímida el vidrio de la pequeña puerta que tenía delante de mí en donde se dibujaban las letras formando su nombre –Adelante- giré el pomo y entré.

-Buenas tardes me manda el…-

-Hayes, sí, ya me ha dicho- estiró la mano señalando un sillón delante de él, era una sala común y corriente con poca iluminación y acogedora, una alfombra que cubría toda la estancia y el olor a sándalo por todo el lugar –No muerdo- la sonrisa que tenía no me gustaba pero según Alex era el mejor en lo que hacía.

-Sólo miraba- una pared tapizada de reconocimientos, dos lámparas, tres sillones, dos esquineros, una mesa de centro de cristal, cuatro o cinco plantas y nada que indicara que tuviera familia, aunque no se veía grande tampoco era un jovencito, tendría que averiguar como era que Alexander sabía sobre él.

-Empecemos no tengo todo el día ¿qué te ocurre?- se reclinó sobre su lugar que hizo un ruido a causa de la fricción de su cuerpo con la piel del sofá mientras cruzaba la pierna recargando su tobillo derecho sobre su rodilla izquierda dejando una libreta sobre su pierna y la pluma tamborileando entre sus dedos.

-Ah lo siento- me senté con la bolsa entre mis manos sólo al filo del asiento y viendo un punto fijo en la alfombra –Hace aproximadamente tres semanas que tengo insomnio, no he podido dormir, es como si algo me mantuviera despierta, estoy sumamente cansada pero al cerrar los ojos imágenes recurrentes vienen a mí y todas esas imágenes me aterran, es un sueño…- volteé a verlo y tenía los ojos cerrados mientras la pluma seguía jugueteando en sus dedos ¿me estaría poniendo atención?

-¿Y?-

“¿Y?” no entendía, ¿qué más quería? –Y pues empiezo a correr… en mi sueño, claro, es como si fuera un edificio no acaban nunca las escaleras, ni las puertas pero ninguna me lleva a la salida… al final…- Lucas cabeceó ¿estaba dormido? -¿Me está poniendo atención?- el tono de mi voz ya no era amable, me había exasperado, no anotaba, no me veía y además ¡cabeceaba! Vaya que profesional y amable era él.

-Señorita Willson, ¿quiere proseguir con su narración o seguirá haciendo berrinches de mujer inmadura?- me veía con esos ojos grises de una manera que parecía que lo había interrumpido en una gran idea y por mis palabras se hubiera cortado y ahora de nada sirviera.

-Hay una puerta de cristal abierta de par en par muy iluminada es como si me llamara, pero todo está blanco, las paredes, el piso, los escalones ¡incluso mi ropa!- ahora tarareaba, ¿era su manera de dar terapia o sólo trataba de imponer presión a mi narración? –Entro a la habitación pero sé que debo salir de ahí cuanto antes, que ni siquiera debería entrar pero algo me empuja es como si se pelearan dos fuerzas una que me dice que entre y otra que corra lo más que pueda y lo más lejos de ahí…- lo que me faltaba mi celular abrí la bolsa rápidamente pero no lo encontraba estaba sumamente nerviosa.

-¡Así yo no puedo dar una consulta!- el tono exasperado de su voz me hizo voltear a verlo con una cara de asombro pero si él no me ponía atención ¡e incluso cantaba! Vaya que tipo más extraño.

-Lo lamento, ya lo apago-

-No, regresa mañana, la sesión terminó y encárgate de que cuando estés en otros asuntos no te molesten-

Asombrada, atónita e indignada eran las palabras que me iban acompañando mientras salía de aquél consultorio después de haber pagado casi cien dólares por menos de veinte minutos.

Mientras conducía todavía me preguntaba como era posible que siempre que les iba a decir la parte final de ese sueño tan espantoso pasara algo que me interrumpiera y nadie se enterara de lo que a mí me ocurría.

Saqué la mano por la ventanilla del automóvil mientras el chico que vendía los diarios se acercaba -¿Hubo muertas el día de hoy o ayer?- saqué el dinero y tomé el diario –Sí señorita, una… no dejan de haber- encogió los hombros y siguió con lo que él hacía, al parecer a todos les llamaba la atención lo que ocurría pero no al grado de interesarse, la única persona que se tomaba el tiempo en esos asesinatos era el propio asesino.



Una ducha reconfortante después de un fatal día eso era algo de lo que hace mucho no podía disfrutar y aunque esta vez fue un poco más agradable aún así parecía que traía una lápida en los hombros.

-Trabajo en casa- hablaba sola, no tenía a nadie en casa que me pudiera contestar pero era una especie de encuentro conmigo misma para no sentirme tan sola, aunque la soledad nunca me había dado miedo hasta esa pequeña cadena de sueños.

Saqué la laptop mientras me acomodaba en mi cama con un montón de papeles regados a mi lado, siempre me habían criticado que tuviera una cama matrimonial, parecía que mi marido era el trabajo.

La noche iba pasando demasiado lenta y entre los papeles salió de nuevo ese diario, un impulso me hizo hojearlo hasta que encontré la página que buscaba leí la descripción del asesinato en donde sólo venía la foto de aquella mujer, una foto donde estaría seguramente en el colegio.

“De nuevo aparece otro cuerpo perfectamente diseccionado en trece, nuevamente ninguna huella pero cada vez son más jóvenes o quizá dejan de tener cosas en común, las cuatro mujeres anteriores rondaban la edad de veinticinco o treinta años y esta chica apenas si alcanzaba los dieciocho, ninguna conexión entre ellas”

Ni siquiera era capaz de decir si había sido sangriento pues no decía nada además de las disecciones, mujeres… seguí leyendo mientras intentaba ver algo que realmente interesara… cuando sonó el timbre de mi casa.

-¡Van!- me levanté mientras dejaba todo sobre la cama y me acomodaba las patuflas.

-Que amable eres de avisarme como te fue con el doctor- antes de que pudiera decir algo Becky ya estaba dentro de la cocina buscando el refrigerador algo que comer.

-Lo siento, me vine directo a casa Thompson me ha puesto de mal humor y quería despejarme un poco…- entré a la cocina –Ahí…- señalé la segunda alacena superior mientras ella tenía en las manos un platón hondo y un bote de leche, sacó el cereal y empezó a servirse –No quiero… gracias- se rió y yo también.

Becky sabía que estaba en su casa y a mí la verdad no me importaba, se sentó en uno de los bancos que había en la barra de la cocina y yo me recargué a un lado sobre uno de mis codos, sabía que vendría una nueva discusión.

-Ya sé que no me dirás nada sobre esos homicidios, pero Beck… cada vez son más chicas, la de esta semana ¡sólo tenía unos cuantos día de haber cumplido dieciocho!- me vió y torció los ojos poniéndolos en blanco –Sé lo que piensas pero uno debe estar informado-

-No discutiré más contigo pero no nos pasará nada a nosotras, te lo aseguro- siguió comiendo su cereal y yo regresé al cuarto a guardar todas las cosas.

-Quisiera pensar igual que tú Beck, pero no puedo y quisiera estar segura, más segura, incluso con este nuevo contrato podríamos contratar seguridad personal, al menos para ti y para mí y para alguna otra chica y en general para el edificio-

-Paranoia, no todo lo que pase afuera te pasará a ti, además tanto te cuidas de afuera que quizá las cosas no están ahí- su manera de hablar era tan tranquila que de no haber sido por mis sueños me hubiera quedado en paz y creyéndole.

-Nunca está de más ser precavida y aprecio bastante mi vida, no puedo morir sin haber amado- me reí para que las cosas dejaran de estar tan tensas y ella se acomodó en la cama únicamente quitándose los zapatos -¿Noche de películas?-

-Por supuesto hace mucho que no tenemos una- tenía razón, a lo mejor esto también serviría de distracción.

-Ninguna de terror-

-¡Miedosa!-

-No es verdad- le aventé una almohada mientras corría fuera del cuarto para ir por palomitas, aunque la realidad era que ya no quería más pesadillas por el momento.

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