Enfermedad Nocturna

Algunos de los que me conocen saben que siempre me ha gustado todo lo relacionado con los asesinos seriales, no porque festeje lo que hacen sino porque me encanta su manera de pensar, espero que la creación de mi propio asesino serial no deje un mal sabor de boca, se aceptan toda clase de comentarios y propuestas y por supuesto se agradecen

sábado, 25 de septiembre de 2010

Capítulo 4. Confusión.

Aún me costaba trabajo creerlo, por más que lloraba, gritaba, pegaba e incluso yo misma me golpeaba, no podía creerlo, algo no me dejaba, tenía días encerrada en mi casa, ni siquiera había encendido la luz, la tv, nada, no quería escuchar, ni ver absolutamente nada ni a nadie, la persona que yo quería que llegara no estaría, se había ido… ¡no! No se había ido, se la había llevado, me la habían quitado.

Una vez más la puerta sonaba, sabían que no abriría, no tenía idea de porque diario hacían lo mismo, no sabía porque siempre tenían que ver como estaba, cuando a la que tenían que cuidar no lo habían hecho.

-No me iré, esta vez no me voy a ir de aquí, Tara… te lo estoy diciendo muy en serio, y si no abres, entraré a la fuerza quieras o no-

Esa voz era familiar ¿había sido él quien había venido a buscarme antes? ¿era él quien tocaba la puerta casi a la misma hora sin hablar? Me había encerrado tanto en lo que a mí me dolía que había olvidado a los demás. Me levanté de la cama y sentí como todo me dio vueltas y tuve que sostenerme de mi tocador, estaba débil pero no tenía hambre, ni sueño… mi mano se sostuvo del pomo de la puerta y casi me aventé a ella para recargarme por completo, las piernas se me doblaban, en el pasillo casi fui pegada a la pared, la mesa del comedor también me sirvió de apoyo hasta que por fin llegué hasta la puerta y me dejé caer de espaldas sentándome en ella recargando mi espalda y mi cabeza mientras mis ojos se cerraban.

-Puedes irte, estoy bien, pero no pienso abrir esta puerta…-

Sentí como al otro extremo hacía lo mismo, era como si nuestras espaldas estuvieran descansando una sobre la otra, dejando que aquél pesar se conjuntara y pudiéramos descansar, descargarlo, dejar que fluyera.

-Entonces aquí nos quedaremos, tengo que ver que estás bien, necesito un abrazo de mi hermana menor…-

Esas palabras hicieron que un nudo se encontrara en mi garganta y las lágrimas que apenas había podido controlar unos cuantos minutos antes volvieran a surgir de la nada inundando mis ojos y bañando mis mejillas, estrellándose en la blusa de mi pijama, mis piernas se encogieron hasta que mis rodillas estuvieron al nivel de mi barbilla para poder recargarla, aquél dolor no cesaba pero tenía que compartirlo o al menos ver que había gente que sufría igual que yo para salir de esto que ahora me estaba matando de una forma tan literal.

-Peque… en verdad lo necesito…-

Su voz se había quebrado y yo seguía llorando ahogando todo aquél sentimiento en mis rodillas para no hacer ruido al llorar, para que el silencio se quedara con aquellas lágrimas y si era posible se llevara el dolor que a mí me embargaba.

-En serio te abriría… pero es que no sé si tenga la suficiente fuerza como para levantarme y abrir…-

Era una confesión pues me había costado demasiado trabajo llegar hasta donde estaba como para ahora levantarme…

-Abriré pero entras con cuidado… el piso me aclama y no puedo dejarlo…-

Estaba en un estado tan deplorable, levanté la mano tratando de estirarme lo más que podía para poder quitar la cadena que atoraba la puerta y después girar la llave, creía que esto había sido peor que un parto, quedé dolorida del hombro y la espalda, a rastras me pasé lejos del alcance del marco de la puerta para que pudiera abrir.

-Listo… con cuidado…-
Vi como la puerta se iba abriendo y yo tenía las piernas pegadas al pecho y los brazos sobre estas viendo hacia arriba como una niña pequeña que acaban de regañar y se ha escondido en un armario viendo como su padre la ha encontrado y le dirá que ya pasaron las cosas, que ha sido muy estricto pero la sigue queriendo igual, no sabría explicar de donde me salieron las fuerzas pero me levanté apoyando las manos en la pared y pude llegar hasta sus brazos.

Por un largo rato mis lágrimas mojaron su camisa y las suyas habían empapado aún más mi pijama, había sido un abrazo reconfortante, aunque parecía que las lágrimas no se acababan, no tenían fin y siempre salían con el mismo sentimiento, mis manos temblaban en su espalda y los sollozos no los podía controlar, su mano se movía con suavidad en mi espalda acariciando mi cabello de igual forma.

-Siento que seas tú el que me consuele a mí… pero es que ahora no soy de ayuda, a lo mejor nunca lo he sido y ahora menos lo seré…-

-Shhh… no digas nada, todos estamos perdidos en algún momento, todo esto pasará, ahora puedes llorar lo que quieras, si necesitaba y necesito ese abrazo donde sea yo el que llore pero ahora lo que me ayuda más es saber que estarás bien…-

-Por algo eres el hermano que nunca tuve…- besé su mejilla y me separé de su hombro mientras buscaba sus ojos –No quiero salir a la calle…- su mano se deslizó por mi mejilla acariciándola suavemente –Es tonto e infantil… pero no quiero…- sentí como sus brazos me cargaron hasta que llegamos a la cama, no había dicho ni una sola palabra hasta que me depositó en ella y colocó un beso en mi frente –Gracias…- le vi, si quizá todavía me dolía al menos ahora estaba un poco más tranquila, no había hablado con nadie en el tema desde que me había enterado de lo ocurrido.

-De nada, para eso estamos los amigos y más los hermanos- me guiñó el ojo mientras se sentaba a mi lado sosteniendo mi mano entre las suyas –Lo que le pasó a Beca no tiene porque pasarte a ti…- su voz era tranquila y yo no pude más que respirar una vez con profundidad mientras mi cabeza negaba lentamente pero con firmeza.

-Alex… es que ¿cómo ella? ¿por qué ella?- sentí que las lágrimas venían de nuevo a mis ojos mientras sus dedos se deslizaban hasta mis labios para que guardara silencio.

-Es un enfermo, no hay explicaciones, no hay una más lógica Tara, sólo esa, nos ha quitado algo que queríamos, así como lo ha hecho con más gente… hasta ahora se saben de algunas pero… no sabemos si existan más… te voy a cuidar…- apretó mi mano y yo fruncí los labios, siempre que había mostrado algo de interés por los asesinatos ocurridos con anterioridad ellos me habían visto mal, habían incluso llegarme a esconder las cosas, los recortes, periódicos y cualquier objeto relacionado con ellos.

“Eso no nos pasará…” siempre era lo que decía ella, negué con la cabeza, todo mundo veía las cosas tan lejanas hasta que ocurrían, ahora ya no tenía a mi mejor amiga, mi cómplice, aquella persona que conocía como era que me sentía con tan sólo decirle un “hola”, que seguía mis pasos sin obtener nada a cambio y que ahora un “enfermo” como lo llamaban me la había arrebatado para siempre.

-¿Los padres de Becky me disculparon que no fuera a su funeral?-

-Sí peque, sí lo hicieron, de hecho han marcado a tu casa varias veces pero nunca contestas, tampoco el móvil, así que me han mandado y aunque no lo hubiera hecho, hubiera venido…- me sonrió de una forma amable, pero la felicidad no se notaba del todo en su mirada –Están agradecidos de que te hayas ofrecido a reconocer el cuerpo de Beca, no lo hubieran soportado…- la sola mención me había hecho que de nuevo sintiera esa opresión en el pecho y que recordara cada una de las imágenes.

-Esa no era Becky…-

Los ojos de Alexander se abrieron de tal forma que con ese sólo gesto me había dicho “Estás loca”, soltó mi mano de repente y se puso de pie mientras se veía en su gesto que quería decir algo, preguntar, cualquier cosa, se sentó en mi tocador recargando las manos a sus costados para después cruzar los brazos, había algo en su gesto que me inquietaba demasiado.

-¿Qué ocurre?-

Tomó aire y negó con la cabeza, sus gestos me iban a volver loca si es que todavía no lo estaba, sus manos fueron a su cabello y rascó su nuca, intentaba comprender algo que todavía no sabía que era.

-¿Cómo que no era Beca?-

Sus palabras habían salido con duda, miedo, incluso podía decir que me estaba juzgando con sólo hacer esa pregunta, estaba impaciente y evidentemente confundido con aquella afirmación que había hecho.

-Has dicho que era ella… delante de sus padres, me lo dijiste a mí… se lo dijiste al oficial… no puedes decir ahora que no era ella, Tara, lloraste, gritaste... ¿lo hiciste por una desconocida? ¿nos engañaste a todos?, no entiendo y exijo que te expliques ahora…-

Su voz salía con determinación y ahora tendría que explicarme, me enderecé un poco recargando mi espalda en la cabecera para poder verle mejor.

2 comentarios:

  1. Yo voy a colgarte me tienes un mes en suspenso y esto es todo lo que me das, bueno tú crees que estas líneas compensan el tiempo de espera o qué???

    Por otro lado el capitulo igual de genial, me tienes fascinada pero no podías haber escrito otros 3??

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  2. jajajajaj yo apoyo a mi prima, osea!!!! como se te ocurre dejarme con eso??? Eso no me ayuda en serio para nada!!! así todavia no puedo publicar!!!!

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